09 de maig 2012

The World Freak Show

Pues ahora te meto en un frasco y te jodes.

(Así se zanjó una discusión entre dos jugadores de rol en Oviedo en 1992).

El sábado había Asamblea de Majaras, pero de esas en las que sabes que no va a ir nadie porque no se vota prácticamente nada y, aunque siempre es posible que la sección de “ruegos y preguntas” salve el día, probablemente no llegue para justificar la tarde.

En NuncaSabesLoQueTeVasAEncontrarND ya han publicado la crónica/acta de Ricard Llerins. Imprescindible. Como no fui, no voy a comentar la asamblea. Eso sí, que sepáis que a partir de ahora para dejar un tablero libre donde no se pueda poner “vacant” en Catalunya (si Al González admite esta grafía) hay que alinear a un jugador de al menos 5 años. Si el año que viene alguien pone a uno de 5, ya veremos si lo suben a 6 o qué hacen.

La tarde del sábado la pasé zascandileando por Montjuic y por el Salón Internacional del Cómic de Barcelona. A Montjuic hacía mucho que no subía y de hecho hay sitios donde no he estado nunca. Ya se sabe que cuando visitas una ciudad es normal aprovechar para ver cosas a las que en tu ciudad, por alguna razón, no prestas atención. Lo que es curioso es que cuando voy a Oviedo sí me da por pasear, investigar y tal y en cambio en Barcelona cada vez menos. Vamos, que aquí me siento más local y en Oviedo más turista. Está claro que necesito sidra urgentemente para detener los efectos nocivos de la mutaciónTriste

El Salón del Cómic tiene dos tipos de público. Por un lado, muchos padres, madres, abuelos y abuelas con sus retoños y retoñas pasando una tarde en familia, haciendo cola para ver a Ibáñez mientras los guajes tiran de ellos para ver a Shin Chan. Por otro, lo que podríamos comparar a ajedrecistas sin tablero ni fichas, un grupo bastante heterogéneo que incluye entre otros grupúsculos a peña vestida de otros seres (algunos indescriptibles), expertos que cantan en medio minuto las 43 diferencias entre el cómic, la serie y la película sobre el mismo personaje, frikis orgullosos de serlo y curiosas con debilidad por la gente poco convencional.

Además de borrar de mi lista de cosas que hacer al menos una vez en la vida “ver un combate de sumo entre robots”, tuve ocasión de pasear entre ilustraciones y portadas de comics chinos para ver cuántos caracteres reconocía, contar el número de veces que oía “espíderman” (había una exposición especial exclusivamente acerca de él), comprobar que es cierto que la mayoría de vendedores y aficionados al cómic son realmente como el de los Simpson o Stuart de “The Big Bang Theory”…

Teniendo en cuenta que en la última Asamblea de Majaras a la que acudí se quedó en que la FCE no iba a aportar dinero para enviar a gente a un torneo en Eslovenia y al final lo ha hecho, y además había un señor reclamando que la FCE interviniera en irregularidades en un torneo en Mallorca, creo que mi tarde del sábado esta vez fue más fructífera.

El título no es de Morrissey sino de una canción que tengo metida en la cabeza desde que entré en el recinto del Salón Internacional del Cómic. El nombre del grupo, The Levellers, es muy interesante (algo así como el 15M inglés del siglo XVII) y la letra, de 1990, no ha perdido su actualidad.