05 d’octubre 2010

Back from the ex-USSR (I)

Puedo escribir los versos más tristes esta noche, pero en vez de eso voy a escribir mis memorias siberianas y ya iré colgando todo cuando tenga conexión y me apetezca. Son las 5.40 de la mañana, hora local, en el aeropuerto de Milán-Malpensa y llevo exactamente 24 horas sin dormir y poco más de 12 en ruta, así que no me hagáis mucho caso...

El viaje:

Completamente infernal. Aparte de los numerosos cambios de horarios que resultaron en pérdidas económicas para muchas federaciones (parece que en Khanty-Mansiysk reembolsaron pasta por ese motivo), por ejemplo nuestra combinación era mortal. Dormir en Milán a la ida y pasar allí la madrugada a la vuelta, hacer escala en ambos viajes en Bruselas, pasar el día siguiente de la clausura en Khanty para luego volar toda la noche… Otras selecciones tuvieron más suerte o mejor criterio, lo que fuera. Alguna incluso nos restregó por la cara lo rápido que llegaban a su país, grrrrrr.

El hotel:

La mayoría de selecciones se alojaban en el flamante y famoso Olympic, que estaba perfectamente acabado y en muy buenas condiciones, y razonablemente cerca del centro. Allí la densidad de ajedreceros proporcionaba un buen ambiente olímpico: el lobby/bar siempre estaba lleno de gente. La FEDA temió que ese hotel no estuviera en condiciones (se conocen casos de hoteles sin terminar donde se aloja a los participantes de un campeonato), así que optó por el “On the Seven Hills”. Este no molaba tanto y estaba apartado, pero la lectura positiva es que era tranquilo, sin colas ni aglomeraciones y rodeado de bosques. Nice!

La sala de juego:

Había dos salas, una grande llamada “small playing hall” y otra muy grande llamada “big playing hall”. En la primera estaban las 27 primeras mesas del absoluto y las 14 primeras del femenino. Jugar allí era, por tanto, buena señal porque ibas bien, pero a cambio era un coñazo. No solo no podías acceder a ella una vez terminaras tu partida, porque no disponía de zonas para espectadores, sino que las tías no podíamos ir a ver las partidas de las primeras mesas porque no era nuestra zona de juego y molestábamos. Así por ejemplo no pude ver en directo cómo Iván volvía a fockar a Rusia porque estaba en el peor sitio posible: la sala de juego. En cambio, habría podido seguir la partida cómodamente desde fuera, desde el hotel o desde mi casa a través de la retransmisión (que tras ligeros problemas iniciales creo que funcionó muy bien todos los días).

La organización en general:

Graaaaaaande. Se notaba que querían que saliera todo perfecto, y que sabían hacerlo. Tanto la inauguración como la clausura se montaron muy bien, no solo a nivel de espectáculo sino en cuanto a transporte y coordinación. Cada país contaba con un o una “Tutor” que acompañaba a los equipos en los desplazamientos, informaba de horarios, ayudaba en cualquier gestión y en general servía de intérprete. La de España no se mezclaba mucho, pero en Andorra Santa Daría (Dasha) podría reemplazar como patrona a la Mare de Déu de Meritxell. Vaya crack de maja y eficiente:-) Se podría reprochar que los autobuses para ir a jugar salían tempraníshimo y llegábamos media hora antes de la ronda, pero había mucha gente a la que transportar y la tolerancia cero esa, así que valía más eso que andar con apuros.

La ciudad, la gente y quizá las elecciones quedan para una próxima entrega.