Hi-ho, hi-ho...

De lunes a jueves salgo de casa dormida por las mañanas; no importa la hora que sea, el enorme tazón de café negro no me ha hecho efecto todavía. Bajo un par de cuestas, saludo a los gatos callejeros, y subo unas escaleras, pero no estoy en Ciudad Naranco aunque lo parece porque veo un monte y un instituto con pinta... con pinta. Avanzo por un paseo mientras bajo mis pies un montón de coches entra en Barcelona y otro montón sale, dejo a la derecha un parque de bomberos y a la izquierda un hospital, y bajo una especie de escalera de incendios para pillar el metro. Antes había solo una entrada, así que hicieron otra y la dejaron a medias para reformar la que había. Conclusión: tenemos dos bocas de metro a medias, aunque solo se puede usar una.

Me bajo en la parada de la Embajada Asturiana del centro de Barcelona; de frente hay un obelisco pero es de piedra y no da desayunos. Por eso siempre prefiero echar un vistazo al Palau Robert. Desde hace cinco meses, y oficialmente durante siete más (ja veurem) hay que hacer el transbordo por la calle. Hago este recorrido cuatro veces al día y siempre es lo mismo: a un lado las zanjas con las que Barcelona se pone "guapa" según la publicidad institucional, y al otro lado los escaparates de la zona: tiendas de ropa imposible, de bolsos de 300 €, de Lladró, megabancos que ahora lloran por falta de liquidez, una farmacia que más parece una botica del siglo XIX, un salón de té para marujas ricas que exhibe pasteles de todos los tamaños, colores y sabores, y estos días anuncia panellets... Da igual a qué línea de metro vayas, en todas las bocas te saluda gente que reparte anuncios de videntes africanos que si les llamas solucionarían tu vida en 3 días sin cobrarte nada por adelantado. A veces hago más paradas, varío el trayecto solamente por variarlo. Tengo varias rutas, pero no puedo evitar pagar el impuesto revolucionario, en tiempo y en dinero (aunque mejor TMB que RENFE), mientras en toda mi vida en Oviedo no creo que haya llegado a pillar una docena de autobuses.

Vuelvo a la calle en la Plaça de Sants. Todo se llama Sants: la estación, la calle, la plaza, las tiendas, los bares... Antes si iba temprano callejeaba por el barrio; ahora creo que ya conozco todo lo que me podría interesar. Lo increíble es que allí hay vida a cualquier hora. Cuando salgo por la noche ya está oscuro, y más que lo estará a partir de mañana con el cambio horario. Deshago el camino completo de metros y transbordos y la primera bocanada de aire fresco al regresar a la superficie es uno de los mejores momentos del día. Saco el móvil, me pongo los cascos y vuelvo a casa oyendo música sin fijarme en nada, porque los gatos ya están descansando en sus escondites.

Los viernes son distintos. Este viernes me tocará jugar contra el Alf, y ya me tocaría que esta vez no me atracase... El sábado toca relax y diversión:-)

Mi hermano cada vez se parece más a Paco Vallejo. Además de lo alto que es el cabrón, se ha ido a un torneo en Italia y lo ha ganado:-)

Y la Penya... bueno, ayer perdimos pero dimos buena imagen, sobre todo Jasaitis que da buena imagen siempre xD

Edito: acaban de publicar mi entrevista en Zona de Ajedrez. Las respuestas ya las podéis imaginar, pero alguna pregunta es original. Vanessa dice que no sabe nada de ajedrez, pero la verdad es que lo hace mejor que gente que supuestamente sabe.