Chess is different... Olympiads are special...

Desde luego los ajedrecistas somos de lo más pijo, señorito y elitista que hay. Estamos alojados en la Villa Olímpica de Turín, donde hace unos meses estaban los participantes de los Juegos Olímpicos de Invierno. Es decir, la élite del esquí, el hockey sobre hielo, el patinaje… Bueno, pues parece que las instalaciones no son suficientemente buenas para los señores ajedrecistas, (mal)acostumbrados a hoteles de 4 y 5 estrellas. La frase que más escuché el día que llegamos fue “es que esto no es un hotel” (en castellano, inglés o alemán, da igual: era una queja generalizada, o más bien una obviedad generalizada). Y no lo decían sólo los top, que por supuesto también (Adams quería que lo llevaran a un hotel: no sé, ni me importa, en qué quedó la cosa), sino gente normal. Nada, que estamos malcriados y luego nos quejamos de todo.

Como me decía ayer la estrella de Andorra esto es una Olimpíada de verdad. Todos alojados en las mismas condiciones, no unos en hostales y otros en 5 estrellas; todos alojados en una burbuja fuera del resto del mundo (esto es un recinto cerrado en el que no entras ni haces nada dentro sin acreditación, está lejos del centro de la ciudad y da una impresión de aislamiento del mundo real…). Así tendría que ser siempre.

Los apartamentos están bien y, lo que es importante en un torneo como este: todas las selecciones están alojadas aquí, lo que crea mucho ambiente. No tenemos teléfono ni televisión. ¿Para qué? A concentrarse. Además ¿quién quiere ver la tele cuando puedes hablar con gente a la que llevas casi dos años sin ver? Y la sala de juego es una pasada, aunque en ocasiones parecemos ratones a los que han soltado en un laberinto de alfombras rojas y azules.

Por supuesto, sigue habiendo clases. Los holandeses, como de costumbre, llegaron aquí un día antes. ¿Acostumbrarse al cambio horario? ¿Aclimatarse? Mucho morro es lo que tienen XD. Los españoles estamos de cuatro en cuatro en apartamentos de seis plazas, porque la FEDA paga suplementos. Hay países que, por problemas con los visados, no estarán al completo hasta dentro de unos días, y otros que no llegarán a estar al completo porque los jugadores tienen que correr con los gastos del viaje…

Lo malo de tanta gente junta es que hay unas colas tremendas a la hora de comer, aunque hoy, que han abierto un segundo comedor, la cosa ha relajado bastante. Pero todo tiene su lado bueno: en las colas entablas conversación con gente de cualquier rincón del mundo. Ayer en el desayuno conocí al capitán de la selección femenina de Malta y a su novia, que juega en el equipo; hoy en la comida, a un yemení. La Olimpíada no se puede comparar con ningún otro torneo.